Es injusto... Cada mañana me levanto, y salgo de mis sueños... en los que todo es casi tan absurdo como en la vida misma... pongo los pies en la tierra, literalmente... mis pies descalzos sobre el suelo frío, y me froto los ojos para asimilar la realidad, que llega en forma de brisa desde la ventana de mi cuarto... como un latigazo erizando cada poro de mi piel...
Y ahí está, el reloj dándome los buenos días, con su alarma impertinente, diciendo que tengo que ir a clase, a pasar un día sumida en ese mundo hecho de letras que nutre tu cerebro... donde finjes que todo te interesa, donde las cosas son pura y efímeramente intelectuales. Bueno, no está tan mal piensas... pasaré seis horas distraída de aquello que me preocupa, creando una burbuja donde solo me importan las calificaciones y los trabajos, donde me río con la gente y paso un rato distinto...
Pero una vez despejas la mente asomándote a la ventana... descubres que todo es un error... que necesito encender el ordenador para mirar tu foto porque, no sé donde coño viene escrito pero... te necesito más que al desayuno, más que a cualquier otra cosa, y no puedo evitarlo...
Pongo una canción cualquiera, mientras me aplico la última capa de rímel, mientras repaso en mi cabeza los apuntes del examen...
Y descubro que a pesar de todo no he podido estudiar bien, ni siquiera puedo hacer eso, cuando las cosas no giran a mi ritmo, cuando siento que me he quedado atrás o que soy una cobarde, cuando se infiltra en mí el quiero y no puedo...
Entonces dejo de maquillarme, y sonrio, la sonrisa pintada de siempre, la que no necesita colores ni brochas, la que sólo yo se poner aunque no sea de verdad... y decido guardar todo eso en mi cabeza, en la última caja que encuentro, al fondo a la derecha. Porque soy una chica dura y fuerte, alegre y despreocupada que confía en que todo siempre, va a salir bien...
Ya pensaré en mis preocupaciones más tarde, me repito cada día cuando dan menos cuarto, y abrocho mi abrigo indicándome a mi misma que así será más fácil.
