Mis entrañas al aire...

Yo soy esa persona que se pierde entre playas y sonrisas, y que no necesita nada más que ella misma. Cuando se llena el cajón de mi desorden, aquí está esto. Sed benevolentes, no me juzguéis y si no sois capaces, no me leáis.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Se acabó.

Se acabaron las tardes grises mirando por el doble cristal
como el viento mece hojas como yo, a su antojo y voluntad
Ya no hay mas tardes frías en la frialdad de mi misma
esa que encierra mi ego, que nunca cambia de prisma...
Quizá debí empezar antes esta reflexión, dejarme de música,
no ser quien fui para ti a pesar de ser la única.
La única que aguanta ser el saco de arena, que se lame sola las heridas, que ignora las penas. Que se quita el yelmo solo para dormir, abrazando la cama porque tu no estás aquí. 
Quien aguanta que le rompas el corazón una y otra vez, recomponiendo los trozos que quedan al caer
sabiendo pero ignorando que faltan uno o dos, 
pintando la sonrisa aunque le llene de dolor. 
Por ti me hice la mejor amiga de horas y días, que me ayudaron
a perdonarte, a estar siempre que querías. Pero de qué vale hacer amigos, de que vale la lealtad, si sola vine, sola estoy y no se si volverás. 
Lo ignoro y ya no me importa, ya ni caricias, ni abrazos, ni te quieros, nada espero. Porque se que no esperar es la solución, duele menos.

Te echo de menos.

La foto más importante de ti la llevo en mi mente, se revela una y otra vez, se junta con las imágenes del ocaso de tu pelo. Juega conmigo, me sonríe, me pide un beso como el primero, como el segundo, como todos los que te di. 
La foto más importante me recuerda al último abrazo, a mis uñas en tu espalda, a mis mordidas en tu costado, me recuerdan a cosas de tu vida que solo yo se, a detalles que solo yo veo, a la antítesis de tu risa y tu silencio, a como hablas despacio cuando tienes miedo. 
La foto más importante la llevo sacando sin querer, desde que mis pupilas te miran embobada, disimulando que te quieren, que te retienen. 
No le puedo pedir a nadie que la borre, ni a mis amigos más fieles, ni al pobre pulso de mis manos que ya no sé ni dónde está, porque la escondiste tan bien en mis ojos, que ni las lágrimas que todo lo sacan consiguen llevársela. 
Llévatela tu, o mejor quédate conmigo pero no solo en mis ojos.
Quédate conmigo en los problemas. Quédate conmigo en las tardes que hace calor. Quédate conmigo sentada frente al ventilador. Quédate conmigo comiendo nubes de chuche. Quédate conmigo posando para mis ojos, y posa para siempre.