La dulce anarquía de tu lengua prohibida, me llama a gritos desde lo más profundo de mi. Es mi ideal político, mi religión, mi forma de vida, todo en lo que creo. Me absorbe y me arrastra entre tus manos, entre esas caricias, esos besos y esas mordidas que te regalo esperando a que tu cuerpo se erice. Días de lluvia como hoy, me metería bajo tu manta hasta que suplicases liberarte de mi boca, hasta que te tiemblen las piernas. No parar hasta erizar cada poro de tu piel, ver como me miras al gemir, sentirte conmigo, imaginarlo todo antes de empezar y saber que tu también lo has hecho.
Nunca fueron buenos los aires de caperucita, pero no le temo a tu boca de lobo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario